Meridiana soledad que el faro alumbra
en las oscuras noches de la isla.
Gime su luz, despierta y clara,
desde sus torres,
sobre la inmensa llanura del mar grande.
Tal vez espera a aquellos que se fueron,
sin pasaje de vuelta,
sobre veleros tristes.
O a un náufrago del tiempo
volviendo del olvido en una barca.
Faro esculpido en el punto cero del alma,
tu visión me detiene
y un eco de ultramar deja a tus pies
la red del horizonte.