Me permito un sollozo, amigo,
quebrado y ronco
y me consiento el privilegio
de estallar en mil pedazos
y firmar pacto
con el agua.
Concédeme tú, entonces,
tus manos
en la raíz de algún poema
tocando mis alas.
Habrá tiempo, quizá, para más tiempo. Tiempo para enrollarnos detrás de las ventanas observando las paredes de enfrente. ...