Convoco a tu memoria,
como eras bajo el guiño de agosto:
torbellino de gestos
sobre azoteas amplias.
Tu tacto en la tristeza:
suave como marzo
cuando me prometiste garabatos
sobre papel de agua.
Como eras
el último invierno,
observando los postreros verdes
desde una ventana.
Convoco a tu memoria,
porque...nunca...
es demasiado tiempo para verte.
10 de febrero de 1994
Ay, esas ausencias qué tanto permanecen. Siempre las emplazamos, nunca nos abandonan. Sé de dónde nace este poema y por eso me gusta doblemente.
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